No tengo palabras para describir esta experiencia, sin duda hay que hacerla para saber que se siente y vivirla.
La exigencia física es alta, pero merece la pena cuando tras un gran esfuerzo tu recompensa es una impresionante vista.
Una de las cosas que más me impresionaron es el trabajo de los porteadores, como en un momento, no sólo son capaces de transportar a sus espaldas tanto peso, para cuando llegues tengas todo listo para comer y descansar. Si no, la capacidad que tienen para hacer deliciosas comidas en medio de la nada, nunca he comido tan bien, teniendo en cuenta incluso mi celiaquía.
Especial mención merece el guía Everth, que muestra una gran profesionalidad. Conoce a la perfección el camino, sabe cuándo va a llover, cuando va hacer frío, cuánto tiempo vas a tardar caminando según tu condición física, te ayuda y te hace sentir bien a pesar de lo mal que puedas llegar a estar.
Una experiencia que todo el mundo debería hacer, siempre y cuando se tenga en cuenta lo duro que es.