Cuando uno finaliza el camino es cuando realmente se da cuenta de su sentido. En carne propia se siente lo que alguna vez nuestros sabios antepasados experimentaron, es una peregrinación en todo sentido.
Fue una vivencia de esas que van a quedar almacenadas en la memoria de nuestros cuerpos y corazones. Sentir la lluvia, el sol, la humedad y la naturaleza toda con sus secretos, sonidos y colores, es un viaje al centro del mundo y de nuestras almas. La compañÃa fue muy genial, nuestro guÃa exacto, divertido y alentador. La comida deliciosa, tÃpica y nos ayudó a seguir adelante el resto del viaje.
El cobarde debe abstenerse, pero aquel con la valentÃa suficiente podrá saborear el triunfo, el cansancio y la belleza del camino y su destino.